lunes, 4 de abril de 2011

El gremio de futbolistas

Estos días han sido propicios para reiterar la necesidad que tienen  los futbolistas venezolanos de agremiarse. La larga historia de los intentos de consolidar una mutual de profesionales del fútbol, volvió a cobrar vigencia. La falta de garantías para reclamar sus derechos y la protección social una vez dejan el oficio, son el marco referencial para que hayan aparecido voces disonantes y comience a gestarse un movimiento que pudiera concretar, finalmente, un proyecto de vieja data.
La primera consideración que deben tener en cuenta los deportistas sindicalizados, es no pretender asfixiar las organizaciones o personas que invierten en el deporte. Debe existir un marco de factibilidad para alcanzar acuerdos que permitan generar las condiciones idóneas, para mejorar el status social de los jugadores profesionales.
En este caso, no sólo son los futbolistas, sino todos los atletas del estamento rentado en nuestro país, que no cuentan, como en otros países,  con el respaldo de un instrumento legal en el que se apliquen las normas generales de la legislación laboral y de seguridad social, más allá de las peculiaridades expresas de cada situación pactada en términos de mutuo acuerdo entre las partes.
También habría que considerar que, tanto como los atletas adultos que tienen relaciones  contractuales como deportistas profesionales, deben ser igualmente cobijados los atletas menores de edad bajo la tutela de organizaciones que promueven la actividad profesional.
Es el caso de los jóvenes que contraen lesiones incapacitantes o que son llevados por el camino errado, sin que reciban nada a cambio una vez se convierten en una especie de desechos humanos, con serias dificultades para reinsertarse en el campo estudiantil o laboral, por haber abandonado todo a expensas de una consagración nunca alcanzada. Es necesario supervisar la actuación de agentes deportivos en la firma de menores de edad, prospectos del deporte, desde el punto de vista social y por derechos de formación.

En materia de protección social del jugador profesional, se hace inaplazable la obligatoriedad de avales o fianzas para garantizar los emolumentos de los jugadores, evitando ese terrible rosario de denuncias por la falta de cumplimiento de pagos, que le otorgan al fútbol una fisonomía de deporte miserable, cada vez que queda esta anormalidad evidenciada en los medios de comunicación. Nunca lo hemos visto u oído en el béisbol o el baloncesto, las otras disciplinas de gran arraigo.
Contar con Pólizas de Seguros contra todo riesgo, que igualmente amparen al grupo familiar, revisar el funcionamiento y operatividad de las instalaciones deportivas en las que exponen su físico en cada jornada, exigir la creación y ser parte activa de una comisión contra la violencia en los espectáculos deportivos, requerir el cumplimiento de protocolos laborales y exigencias de sus colegas importados, para proteger el empleo y la cantera de los aventureros “a prueba”, son parte de las sugerencias.
Pero quizás,  el mayor esfuerzo de los jugadores de fútbol venezolanos debe estar en la creación de un Fondo de Protección Social,  destinado a ofrecer ayuda a ex atletas profesionales que por circunstancias especiales, fortuitas o de enfermedad, se encuentren  en situación de precariedad. Los aportes porcentuales sobre el monto de sus contratos se sumarían a las regalías por la publicidad de los clubes, ingresos por taquilla, partidos benéficos de la Vinotinto  y  el relanzamiento del Juego de las Estrellas, que debe ser, definitivamente,  manejado por el gremio de jugadores como promotores y usufructuarios de sus ingresos.
Existe un inmenso caudal de ideas que seguramente van a enseriar al fútbol, impidiendo que sigan existiendo tantos directivos de pacotilla, equipos de maletín,  seres humanos mendigando la paga o solicitando la compasión y la solidaridad de sus congéneres cuando caen en la desgracia y el olvido.

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