Ido Farías, se acelera la
exigencia de contar con un nuevo estratega. El triunvirato Páez-San Vicente-Saragó,
parece dominar el escenario. La pretensión más allá de nuestro contexto con un
técnico foráneo no cala, por lo visto, en la cartera federativa. Es tiempo de
reinventar, de cambiar la etiqueta o de un remake que se encontrará otra vez
con un escenario, Rusia 2018, más
adverso y complicado del que pudo sortear el controversial sucreño.
De Páez nadie duda de su
aporte, de su reinserción exitosa en la cosa doméstica con un Mineros que lo
catapultó de vuelta. Un segundo mandato garantizaría un estilo, unas maneras
que marcaron su manija y dieron vuelta de hoja a una historia de humillaciones.
Hasta aquí tiene el crédito como para echar a un lado el pasado tormentoso que
marcó la ruptura.
Queda esperar el discurso.
Ya no el de vencer las taras y complejos
que hicieron mella en el futbolista nuestro. Tampoco la invocación de los
valores patrios para resolver con actitud en la cancha, todo lo que hemos dejado de hacer en la estructura. Eso
de la bandera, el escudo, el color del uniforme, vale pero no juega, cuando hay
otros actores, nuevas circunstancias, tipos en Rusia, Alemania, Francia, Inglaterra
superprofesionalizados, conscientes de su status y de su misión , a quienes les
resbalará cualquier perorata nacionalista.
El tema es si podrá Richard
Páez, en un nuevo ejercicio, encontrar un destino cierto para el fútbol
venezolano y entender esta hora en la que dispone de un arsenal como para
intentar la batalla con las herramientas precisas para alcanzar la anhelada
clasificación. La idea es que sea capaz de visualizar y acertar en la
escogencia en medio de un amplio universo de candidateables –bueno es
reconocerlo-, que le dejó armado Farías.
Y para matar prejuicios, su hijo Ricardo David, en el epicentro de aquellos
injustos e indignos ataques, ya no será un problema.
Pero también se puede mirar
más allá de Páez si se trata de buscar otro decorado. Lo de San Vicente luce innegociable, aunque méritos sobran. El
mismo guayanés se ha encargado de vender una relación turbia con la FVF, en la
que hay elementos un poco velados que están más allá de lo que se puede
interpretar públicamente. Como es Noel y no Nelson (Mandela) el pacto de paz es
una utopía. “Chita” nada tiene de político y prefiere sembrar el hacha de la
discordia.
Nadie con el lobby de Saragó.
Tiene prensa, marketing y verso. La duda estriba en cuánto pudiera con
su impulsividad y escénica, tener ascendencia sobre jugadores con carreras redimensionadas en Europa, con
una rica cultura táctica y mucho rodaje. Es un potencial técnico nacional, pero
de allí a pensar que la selección de mayores es su espacio en este momento,
supone un enorme riesgo. Llegará su
tiempo.
Si la naturaleza de las
negociaciones abortara la designación de un venezolano, pudiera sugerirse un
discurso que, siendo extranjero, cale en
nuestra idiosincrasia, nuestro carácter y la chequera de la FVF. Colombia lleva
tres técnicos con Ecuador, Honduras y Costa Rica a Brasil 2014, aunque
paradójicamente la dirige un argentino. Estrategas como Juan Carlos Osorio y
Santiago “Sachi” Escobar, entre otros, pueden ser afines al proyecto y poner a Venezuela a jugar un fútbol de alto vuelo.
Argentina también, sin la influencia de los
apoderados y empresarios, siempre nos ofrecerá opciones interesantes, viables
para proyectar a Venezuela a la gran empresa mundialista.
La Federación tiene la
palabra…
Twitter: @cdicksonp
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