jueves, 11 de octubre de 2012

¡Viva el béisbol, abajo el fútbol!



Una nueva temporada de la pelota se acerca y con ella toda esa atmósfera que impregna la vida del venezolano. Han pasado muchos lustros y el béisbol es y seguirá convertido,  en el deporte favorito en este país, a despecho de quienes somos  del fútbol. Parte de la  cultura deportiva norteamericana, traída a finales del siglo 19 por estudiantes venezolanos que hacían carrera en los Estados Unidos,  y luego los campos petroleros, cimentaron lo que es una auténtica pasión, sustentada en rivalidades como la del Caracas-Magallanes y, sin duda, la ruptura de ese hilo protagónico en los últimos tiempos por  el equipo de Aragua. De vez en cuando, Lara, Zulia y Caribes se acuerdan de ganar.
Qué ha ocurrido para que el béisbol siga teniendo la preferencia de los venezolanos y que parezca indestronable por el fútbol, una actividad que pudiera cuadriplicarlo en número de practicantes y le saca una morena en clubes aficionados y profesionales.
 A pesar de ser un deporte atemporal, sin precisión cronométrica,  complejo en sus reglas e inexplicable para los neófitos que no entienden que el juego “termina cuando se acaba” y que en el último inning está la posibilidad revertir un resultado por más apabullante que sea, sigue siendo el rey.
En el imaginario colectivo, el béisbol es una fiesta que año tras año se aparece y que en apenas tres meses largos, pinta de colores la vida de los venezolanos,  que comparten alegrías y frustraciones al calor de animadas controversias en la calle, en las factorías y en las oficinas, cuando no en torno a unas cervezas bien frías,  que en vez de alterar los ánimos los dejan al final exhaustos, abrazados como panas y prometiendo “revancha” para la próxima.
Una cultura  matizada y reforzada por los reportes de las aventuras, gestas,  sueños y también deslices de esos muchachos que forjan su futuro en el más exigente escenario de las Grandes Ligas, que los hace trascender, cuando son buenos, al estrado de los mitos y  leyendas.
La constitución del béisbol en materia de consumo masivo, está también soportada en su organización monolítica, cerrada y hasta exclusivista, que se ha cuidado mucho de protegerse de las presiones políticas en todos los tiempos y  de los advenedizos  que han pretendido incursionar, con veladas intenciones,  en un negocio  bien manejado  por gente con tradición y una gerencia consustanciada con un espectáculo cada vez más lucido, emotivo y detallista. Los dirigentes del béisbol parecen ministros cada vez que coinciden en esas convenciones cacherosas, en la que asumen posiciones de consenso y van como un solo frente y, entonces sí, de forma política, a resolver sus dólares Cadivi, sus patrocinios y peticiones al alto gobierno para que no les enreden la vida con  la nueva Ley del Deporte.
Después está, por supuesto, el aparataje de los medios alrededor del béisbol venezolano. Un deporte en el que el despliegue diario, la vida de los ídolos y la minuciosa estadística, cargada de una numerología astronómica,  hace que sus voces y plumas adquieran rango de científicos capaces de inducirnos a creer que después del béisbol no hay nada más arrecho en el mundo. El que hace béisbol en la radio, prensa o televisión, es porque sabe, so pena de someterse al escarnio público y al juicio implacable de unos aficionados que pueden saber mucho más.
¿Ocurrirá en el fútbol o en otros deportes lo mismo?. De todas maneras, un irreverente letrero en una tasca tradicional de Puerto Ordaz, “La Posada de Chiquito”, advierte a los clientes: “Prohibido hablar de fútbol sin saber”.
Así es el béisbol venezolano como lo fue la hípica en su momento de esplendor. Uno,  que muere por el fútbol tiene que reconocerlo. Y revelar  que, alguna vez en una inesperada guardia periodística,  dejé claro mi ignorancia por ese mundo, al que debí pertenecer con propiedad y sangre, a no ser por una ruptura familiar. Puse que Lester Straker  era gringo; imagínense, el lanzador de Ciudad Bolívar. Ya saben lo que pasó, con este hijo de una de las glorías del béisbol venezolano, Salón de la Fama del Deporte Zuliano, Carlos Dickson Bell.
carlosdpblog@gmail.com
Twitter: @cdicksonp

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