sábado, 13 de octubre de 2012

Un Fiat Uno emancipó al fútbol ecuatoriano



En febrero de 1991 se apareció Ecuador en Venezuela de la mano de Dusan Draskovic para jugar la Copa Juventud de América. El técnico, nacido en Montenegro, ex estado de Yugoslavia, estaba al frente de uno de los procesos más auspiciosos del fútbol de nuestro continente. El estratega había asumido la responsabilidad de conducir los seleccionados juveniles del país meridional en 1988, emprendiendo una tarea titánica para cambiar el destino de una nación que vivía de las evocaciones del gran Alberto Spencer, su único as en años, en medio de su irrelevante papel continental.
Spencer, un atacante de padre jamaiquino, clase 1937, de aquilatadas dotes en la cancha y una prominente personalidad, idolatrado  como un mesías por sus paisanos, pero mucho más por  los hinchas del Peñarol uruguayo que lo atesoró entre 1960 y 1970, como una gema intocable para los grandes de Europa, dejó la impronta de su calidad goleadora en tierras charrúas y en la  Copa Libertadores. Sus dotes  le llevaron incluso a ser embajador de su país, aunque su vida se vio truncada por un infarto que lo terminó consumiendo en el 2006.
Fuente de inspiración siempre fue el carismático Spencer para todos los futbolistas ecuatorianos,  que veían el paso de los años sin trascender, pese a que en el hervidero de las canchas se erguían como sólidas instituciones, clubes como Barcelona y Emelec de Guayaquil;  en Quito, el elenco militar Nacional y en la misma capital, Liga Deportiva  y Deportivo Quito.
Una vez asumido el cargo, Draskovic, con una obsesión estoica, se dispuso recorrer el país, metiéndose en los barrios más depauperados con remedos de cancha, donde corría el hambre tras los sueños. A bordo de un pequeño Fiat Uno que le había asignado la Federación, acomodaba con dificultad su corpulencia y se andaba como peregrino, buscando la identidad del jugador ecuatoriano.  Llegaba donde nadie lo esperaba y se confundía con los chicos, convivía dos y tres semanas en comunidades relegadas y se iba cargando de los elementos que le permitirían concebir un plan emancipador.
Draskovic estaba emocionado con aquella experiencia y sorprendido con las dotes de los muchachos humildes de piel negra.  Llegaría a una conclusión: el jugador ecuatoriano,  por su contextura, resistencia física y explosión en movimiento, debe ser un atleta. Y entonces, arrancó todo ese proceso que entregaría sus primeros frutos con el cuarto lugar en la Copa América de 1983 y que usufructuarían años más tarde los colombianos Francisco Maturana, Hernán Bolillo Gómez, Luis Fernando Suárez y por estos días Reynaldo Rueda.
Ecuador acudiría a la primera la cita ecuménica en Japón Corea 2002 con el inefable “Bolillo” y a Alemania 2006 con la batuta de Suárez, trascendiendo a los octavos de final. En esa negrada maravillosa que había forjado Drakovic estaban, entre otros,  Agustín Delgado, Iván Hurtado, Luis Capurro,  Ulises de La Cruz, Edison Méndez, Marlon Ayoví, Carlos Tenorio, Cristian Benítez y el exquisito Antonio Valencia figura actual del Manchester. El único excepcional punto blanco en aquel quiebre histórico era el rubio  Alex Aguinaga, un volante genial, lleno de sutilezas que se cansó de meter pelotas para aquellos hombres de ébano.
Es imposible no reconocer en Draskovic, como en su ayudante ya fallecido Dragan Miranovic, haber encausado al fútbol ecuatoriano hasta el status que hoy goza y que le ha valido convertirse en una de las realidades más reveladoras de Suramérica. Tanto como su selección nacional, los clubes profesionales han consolidado su prestigio, ganando eventos de renombre continental.
Liga Deportiva ha sido campeón de Copa Libertadores de América en 2008, Recopa 2009 y 2010 y Copa Sudamericana 2009. Barcelona de Guayaquil fue finalista en 1990 y 1998 en la Copa Libertadores. Dueños de sus propios estadios, verdaderos colosos como La Casa Blanca en Quito y el Monumental de Guayaquil, enseñan la relevancia de sus organizaciones, paradigma para el resto que no se queda atrás. Cuatro equipos ecuatorianos trascendieron a octavos de final de la Copa Sudamericana 2012: Barcelona, Emelec, Liga de Loja y Deportivo Quito.
A estos antecedentes se enfrentará Venezuela en Puerto La Cruz este martes 16 de octubre. Una batalla en la que,  vencer para la Vinotinto,  es algo más que un asunto futbolístico.   
Twitter: @cdicksonp

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